A los treinta años de edad, Stephanie Foo encajaba en la típica descripción de
una persona de «éxito»: disfrutaba del trabajo de sus sueños y tenía un novio cariñoso. Pero detrás de la puerta de su ofi cina, cuando nadie la veía, sufría ataques de pánico y sollozaba en su escritorio todas las mañanas. Tras años preguntándose qué le ocurría, su terapeuta le confirmó que sufría trastorno de estrés postraumático
complejo, un desorden que se produce cuando los traumas se suceden de forma
continuada a lo largo de los años.
En este relato profundamente personal y cargado de investigaciones minuciosas,
la autora entrevista a científicos y psicólogos, prueba diversas terapias innovadoras
e incluso descubre secretos familiares en su país natal, Malasia, que le permiten ratificar que el trauma puede heredarse de generación en generación y que, aunque no siempre sea posible encontrarle cura, siempre es posible superarlo
y seguir adelante.
«Aprendí rápidamente que el odio era un antídoto contra la tristeza. Era el único
sentimiento que proporcionaba seguridad. El odio hace que no llores en el colegio.
No es vulnerable. El odio es eficiente. No te humilla. Es puro poder».