Hasta hace muy pocos años, los humanos vivíamos en núcleos muy reducidos e incomunicados; el amor, la amistad o la comprensión eran una excepción, y había obstáculos insalvables entre las distintas comunidades.
La empatía nació en el cerebro de los humanos hace cien mil años, pero está irrumpiendo de manera imparable en el hogar, las comunidades y las empresas. Gradualmente, la sociedad está aprendiendo, gracias a las redes sociales y a la propagación de la empatía, a cuidar de sí misma y a no necesitar de las ayudas interesadas de terceros. Algún día, ya nadie dudará de que la mejor manera de ser feliz será haciendo feliz a los demás.