Françoise Héritier comparte con nosotros su amor por las palabras y su gusto por la vida.
Un gran talento, una lección de vida.
Como ya hiciera en la exitosa La sal de la vida, la autora encadena impresiones sobre su propia vida, recuerdos vívidos y reales que constituyen un testimonio empírico y sensorial. Una experiencia de lectura poco habitual, fluida y honesta. Un libro profundo y sencillo a la vez, vitalista pero también melancólico, una lectura muy intensa, que nos ayuda a descubrir las cosas que realmente merecen la pena y nos invita a buscar los momentos que han conformado nuestra vida.