Hace mucho tiempo, en un reino muy lejano, vivía un príncipe egoísta y vanidoso. Una noche de tormenta, una anciana se presentó ante el príncipe pidiendo cobijo, pero él la despreció por su aspecto. La mujer era en realidad una poderosa hechicera que castigó al príncipe con un conjuro, convirtiéndolo en una bestia hasta que fuera capaz de amar y ser amado.