Según el entender más común, el intestino es una parte del cuerpo con forma parecida a una serpiente, que además es muy fea, maloliente y produce sonidos socialmente no aceptados. Sin embargo, poseemos un verdadero cerebro dentro de nuestras entrañas y su función neuronal resulta muy parecida a la actividad cerebral de la cabeza, de donde surge todo lo bello (…). Nuestro sistema nervioso entérico es nuestro segundo cerebro, y no se trata de una metáfora».
Estas esclarecedoras palabras de la doctora Irina Matveikova nos acercan a un mundo poco conocido: por qué nuestra mente no puede controlar las funciones digestivas; por qué esta resistencia pone de mal humor e irrita a mucha gente, que busca solucionar de inmediato sus problemas de digestión, hinchazón, estreñimiento o los dolores producidos por su colon irritable; por qué suele ser preciso un tratamiento prolongado para recuperar el equilibrio interno; por qué la conducta digestiva influye sobre el pensamiento, el estado de ánimo o la productividad intelectual…
Desde una perspectiva holística y con un profundo sentido didáctico, la autora de Inteligencia digestiva defiende la importancia de cuidar el cuerpo y mantenerlo limpio, porque si en nuestro «templo» no hay salud, todo lo demás es mucho más difícil