En medio del bullicio de nuestro tiempo, son muchas las personas que sienten la necesidad de liberarse de su ruidoso ajetreo y encontrar la tranquilidad. A otros, en cambio, el silencio les resulta arduo y penoso. Los monjes, tan dados al silencio, no hablan apasionadamente del mismo. El apasionarse es siempre un síntoma de que se han proyectado demasiados deseos inconscientes en un objeto. En los escritos monásticos se habla con mucha sobriedad del silencio, que nunca es definido como el único medio del camino espiritual, sino que es contemplado siempre en relación con todos los demás medios con los que el monje ha de familiarizarse: la oración, la meditación, la dirección espiritual, el trabajo, el ayuno, la limosna, el amor al hermano y la práctica de la hospitalidad. El silencio como camino espiritual consta de tres fases: el encuentro consigo mismo, el desprendimiento o liberación, y la unidad con Dios y con uno mismo. El silencio es más que ausencia de palabras. Es una premisa para el cambio personal y, al mismo tiempo, un primer paso a lo largo del camino interior. Con ayuda del silencio, el ser humano accede a sí mismo, a la oración, y al diálogo con Dios. ANSELM GRÜN, nacido en 1945, monje y administrador de la abadía benedictina de Münsterschwarzach, es acompañante y consejero espiritual de muchas personas y uno de los autores cristianos más leídos de la actualidad.