?Él escribía su leyenda con la caligrafía de los chicos de barrio: labios partidos, dientes rotos y pómulos inflamados.
Cuando uno es adolescente el afecto es un signo de debilidad, y si a alguien se le ocurre declararle a su mejor amigo que lo quiere como a un hermano, no faltará quien lo llame maricón. Eso es para las niñas. Los hombres de verdad chocan los puños, compiten por ver quién se la corre más rápido, gritan como altavoces de discoteca y festejan las maldades de sus compañeros?.
Este conjunto de relatos pretende ser un homenaje a las amistades de mis años de formación, o deformación, pero también es una crítica contra un sistema autoritario y corrupto, una recopilación de canciones que marcaron mi carácter, una reflexión sobre nuestro lugar en el mundo desde ese pequeño universo llamado familia, una historia de mi linaje de barrio, un intento por decir adiós, aunque siempre regresamos a nuestro pasado, a veces sin querer.