Definitivamente, el protagonista de este primer libro de cuentos de Inés Mendoza es el fuego. ¿Cuál fuego? el fuego de la búsqueda, del dolor, la imperiosa llama del deseo: el fuego alquímico de la transformación. Sus personajes, verdaderos militantes de aquel grito del Romanticismo histórico que reclamaba el reencantamiento urgente del mundo, no son seres pasivos a los que “les ocurren” cosas inusuales, sino que tienden a convertirse, más bien, en rastreadores del oro del cambio, hombres y mujeres que fuerzan los confines de lo posible tras el temblor de una realidad otra. Toda una galería de personajes y universos, acompañados por una atmósfera turbadora y por el vigor lírico de la alusión, contribuyen a crear la poética del ímpetu que atraviesa esta colección de cuentos. Una poética que se aleja de la fórmula de “lo fantástico”, para endeudarse con el rico legado simbólico del Romanticismo y el clima mágico de la literatura latinoamericana. El otro fuego es un libro habitado por lo nocturno, la rebeldía, la nostalgia del infinito y el fulgor de lo imaginario. Y también por lo único que, según dijo Oscar Wilde, ha de buscar el arte en cualquier época: la excepción y la intensidad.