El sueño de Matthew Polly, un universitario norteamericano, consistía en alcanzar la perfección en las artes marciales y, después, en su vida. Ese grado de conocimiento, al menos el referido a lo primero, sólo se lo podían ofrecer los mejores maestros del kung-fu, los monjes Shaolin. Así que abandonó la universidad de Princeton y conoció con toda la profundidad los entresijos de la China que empezaba a abrirse al capitalismo después de la matanza de Tiananmen.