Un cura está esperando un trasplante de corazón. Es alto, es gordo, es culto, es bueno, pero su mismo tamaño hace que no sea fácil encontrar un donante. Como vive en un sitio con
muchas escaleras, debe mudarse a otra parte, a una casa de una sola planta. Lo recibe una amiga recién separada, triste, que vive con sus dos niños y una empleada que también tiene una hija. El cura, de algún modo, empieza a ejercer también de padre en su nueva casa, y la vida familiar, casi conyugal —que nunca antes había experimentado— le parece fascinante. Los niños, la comida, las dos mujeres con quienes convive, todo le gusta cada día más. Esta novela habla del matrimonio como una fortaleza sitiada: los que están dentro quieren salir, y los que están fuera quieren entrar