El desafío para una cristología verdaderamente mesiánica es entender la vinculación intrínseca entre la práctica histórica del Nazareno, las afirmaciones creyentes sobre él y la historia todavía abierta, y radicalmente liberadora, del Reinado de Dios. El desafío para una teología intelectualmente responsable radica en expresar las afirmaciones fundamentales de la fe cristiana con unas categorías que, más allá de la ontología antigua, permitan hoy pensar el surgimiento de «la fe entregada de una vez por todas a los santos».