Dieciséis relatos agrupados en la indefinición de Aquello bien podía ser México. Todo lo que se cuenta, bien podía haber sido. Dispares entre sí, pero viviéndose en cada posibilidad. Si hubiera algo común en todos ellos, podría ser la búsqueda o la afirmación de la identidad de sus personajes. Identidad que pasa por las pruebas del amor, de la amistad, de los sueños e incluso del crimen.
El narrador tiene nostalgia de vidas no vividas y por eso las imagina y las escribe. Aunque si somos escrupulosos y no queremos faltar a la verdad, diremos que muchos de esos instantes de vida están construidos con el material de la propia.