Los extractos recopilados en este libro ponen de relieve la sensibilidad y elocuencia de Ruskin para comunicar sus sentimientos e ideas por algo que siempre fue esencial en su vida: la Naturaleza.
John Ruskin (1819-1900) nació en una acomodada familia de comerciantes y desde niño mostró una gran precocidad en escribir, dibujar y observar la naturaleza, cualidades que se incrementaron gracias a una esmerada educación y numerosos viajes. Estudió arte en Oxford y se reveló muy joven como un excelente crítico de arte. Su primera obra importante fue Módem Painters (1843), cuyo fin era defender la pintura de William Turner. El libro fue muy bien acogido por el público, en especial entre literatos como William Wordsworth, Charlotte Bronté, Alfred Tennyson, George Eliot o Elizabeth Gaskell, y desde entonces Ruskin se convirtió en árbitro del gusto artístico de la sociedad victoriana.
Ruskin destacó también por sus teorías sobre la conservación del patrimonio arquitectónico en Las siete lámparas de la Arquitectura (1849) y Las piedras de Venecia (1851-3), que exponen la actitud a tener ante un monumento. El punto de vista de Ruskin sobre los bienes patrimoniales abrió la línea de la conservación frente a la restauración, muy apreciada en su época.
Hacia 1860 Ruskin centró sus intereses como escritor en temas políticos, económicos y sociales, realizando una valiente crítica de las taras de la sociedad capitalista de su tiempo.
Además de estos intereses por el arte y por la sociedad, el autor tenía sólidos conocimientos científicos, estudiando diversas ciencias, en particular la geología y la ornitología. El dominio de estas disciplinas, junto a su sensibilidad, hacian de él una persona muy receptiva a las bellezas y misterios naturales. Fruto de este amor es la selección de textos que presenta este libro, que se complementa con algunas de sus acuarelas, pues no se ha de olvidar que Ruskin destacó notablemente como dibujante y acuarelista, tanto de arquitecturas, de paisajes o como naturalista