La cuestión que trata acerca de la existencia de Dios ha sido de central importancia a lo largo de toda la historia de la filosofía. De entre todos los argumentos en su favor hay uno que se destaca por su peculiaridad e influencia en el pensamiento de casi todos los filósofos más importantes: el llamado argumento ontológico. Desde su formulación original en el Proslogion de San Anselmo de Canterbury, este argumento ha generado una fascinación tal entre los filósofos que prácticamente ninguno de los más destacados se ha privado de opinar sobre él. Con todo, además de ser una cuestión clásica, el estudio del argumento ontológico no ha perdido un ápice de actualidad. Un rasgo distintivo de la disputa contemporánea en torno suyo (despertada por Findlay, Hartshorne, Malcolm y Plantinga y que continúa hasta nuestros días) es que presenta una fuerte influencia de las formulaciones y objeciones acuñadas en el racionalismo alemán.