Todos los estados naciones en su pugna ideológica, política y armada contra la monarquía absolutista, bien en su condición colonial bien en su estatus imperial, construyeron un relato muy similar: inventaron una crónica del origen de la Nación, justificaron su rebeldía contra una tiránica opresión, aseveraron la inevitabilidad de su triunfo, crearon una simbología capaz de amalgamar las diferencias sociales, étnicas y raciales; establecieron iconos nacionales que se volvieron sacros y, finalmente, legitimaron su Revolución en nombre del justo derecho que tenía la Nación a “liberarse” de las cadenas de la ominosa Tiranía que la tenía encadenada. La Libertad tomó forma romántica en la literatura y, más tarde en la pintura, enfrentándose por las armas, a la Tiranía. En especial, porque el Antiguo Régimen se resistió con todas sus armas, las terrenales y las celestiales, a ser superado. Y si la Tiranía adoptó múltiples formas, su lucha también. De Revolución fue calificada esta rebelión por sus coetáneos.
El presente libro aborda desde múltiples perspectivas historiográficas estos acontecimientos en América y en España, en especial, cuando tras la Segunda Guerra Mundial la categoría Revolución pasó a ser objeto de intensos debates que traspasaron la mera discusión académica y se instalaron en el combate ideológico y político e, incluso, armado.