Abril de 1939, pocos días después del final de la guerra. Franco quiere ofrecer a sus generales una cena, en el Hotel Palace de Madrid. Pero el lujoso hotel está lejos de sus mejores días: bombardeado, como el resto de Madrid, se encuentra con que los camareros de derechas no tienen nada que servir, pues los cocineros (de izquierdas) se encuentran en la cárcel. Para que la cena salga adelante el teniente Medina seguirá la sugerencia del maitre del hotel, Genaro: liberar por un día a los cocineros.
Esta es la premisa argumental de la que se vale Alonso de Santos para desarrollar una obra que transcurre en un único escenario, esa cocina que funciona como una expresión de las dos Españas. Así, el autor nos presenta una realidad tan trágica como cruda -la Guerra Civil y la dolorosa posguerra-, desde una perspectiva tragicómica que lleva al espectador de la sonrisa a la emoción. Y todo ello siempre con el transfondo de los valores humanos básicos: el trabajo bien hecho, la dignidad de cualquier persona o la ineludible necesidad de la reconciliación, entre otros... No es extraño, por tanto, el éxito alcanzado en los escenarios. Una obra llamada a convertirse en seguida en un clásico contemporáneo.