La museología y la museografía son dos disciplinas que han calado hondo en la cultura de finales del siglo XX y principios del XXI. Sin embargo, los postulados teóricos están constreñidos por la compleja estructura de las instituciones museísticas, en las que todavía existe una gran confusión sobre cuáles son las funciones y el código deontológico de sus profesionales. Este problema afecta directamente a nuestro patrimonio artístico, en especial al contemporáneo, ya que este carece aún de la suficiente reflexión teórica que otorga el paso del tiempo, y en particular a aquellos materiales complejos que el museo aún no ha asimilado, como el vídeo y el cine.
Las necesidades actuales de las instituciones museísticas exigen acortar los calendarios, aumentar el número de obras, atraer a más visitantes, optimizar los depósitos y un largo etcétera que obliga a cuestionarse si su coste económico y material es el adecuado. Por otra parte, ¿pueden los recursos humanos disponibles asumir ese volumen de trabajo? ¿Puede nuestro patrimonio clásico y contemporáneo soportar el estrés de una gestión tan ambiciosa?
Estas son algunas de las preguntas que el presente ensayo pretende responder de la forma más honesta y realista posible, y que requieren del lector una reflexión previa sobre el statu quo del escenario profesional, sus dogmas y clanes para así poder abordar el límite del ejercicio profesional, aquel en el que se produce el conflicto y en el que el patrimonio contemporáneo corre peligro de daño.