Reformista cauteloso, sosegado, metódico y recto, Carlos III (1716-1788) es el monarca de la Casa de Borbón que ha disfrutado de mejor imagen. El rey que conocemos, el que lavó la cara a
Madrid y promovió las artes, aplicaba en España los mismos principios del Despotismo Ilustrado que había puesto en práctica como rey de Nápoles durante más de dos décadas. Viudo tras su llegada a España, sencillo, aburrido y de conducta personal virtuosa, Carlos III no tuvo, sin embargo, herederos a su altura: ni en Nápoles, donde abdicó en su hijo Fernando, ni en España, que quedó en manos de un débil Carlos IV.