Julio Ramón Ribeyro y Mario Vargas Llosa son, cada uno en su género, los paradigmas de la mejor prosa narrativa contemporánea del Perú. El flaco Julio y el escribidor mantuvieron una buena amistad desde que se conocieron, hacia la mitad del siglo XX, hasta que las políticas económicas del primer Alan García los separó de modo definitivo. En este libro hay un acercamiento a la historia de esa amistad, pero solo como punto de partida para el análisis comparado de sus trayectorias: la importancia de la inspiración y el trabajo diario, el culto a los libros y las bibliotecas, la evolución de sus respectivas producciones cuentísticas y ciertos temas asociados a sus numerosas obsesiones. En Julio Ramón Ribeyro, algunos elementos sensoriales, detallistas, al estilo de los grandes maestros del XIX, que podrían funcionar como arquetipos estructuradores de sus relatos, como descubridores de un centro que, vitalmente, nunca existió en la concepción del mundo del limeño. En Mario Vargas Llosa, ideas omnipresentes como el mal, la libertad y la necesidad de construir espacios de civilización en un territorio posmoderno que amenaza con trivializar los fundamentos de la naturaleza humana y eliminar las pautas que, tradicionalmente, han girado alrededor de la aceptación del criterio para distinguir lo importante de lo banal.