Cuando a Ángel Petisme, a punto de sacar su segundo disco en 1994, le propusieron unos ejecutivos de su discográfica, presentarse al Festival de Benidorm para ganarlo, cuentan que él respondió: “El día que decida suicidarme lo haré en privado”. Pidió la carta de libertad y desde entonces, yendo a su puta bola, tampoco le ha ido tan mal a este “espermatozudo” aragonés (tal como él mismo se define) que tiene a Buñuel, Goya y Labordeta como sus espejos más cercanos. Lleva más de treinta años sobre los escenarios, quince discos y otros tantos libros de poemas. Ha visto amanecer en Bagdad en 2003, pocos días antes de que cayesen los misiles de la invasión, y ha rescatado a una niña preciosa de un centro de acogida para ser padre a los 50. Sueña todas las noches con luciérnagas y un aerolito de Carlos Edmundo de Ory: “Ser poeta un instante y hombre toda la vida”.