Es de común aceptación que las construcciones culturales organizadas y consecuencia de un proceso de autoconciencia marcan la frontera de la hominización. Que especies superiores de primates e, incluso, otras especies animales sean capaces de articular lenguajes primarios y, además, ejercitar ciertos rituales sociales no modifica el hecho general recordado. Sin embargo, en los trabajos aquí reunidos sus autores emplean un uso más restringido del concepto «Cultura»: este que identifica Cultura con producciones culturales que dejan testimonio del proceso de autoconocimiento, que son reflejo socio-histórico o que, en fin, tienden a satisfacer las necesidades espirituales del sujeto histórico.
Pero las reflexiones críticas abundantes en el siglo XX, de Benjamin a Marcuse o Adorno, han puesto el énfasis sobre una cierta o notable responsabilidad de la Cultura en un horizonte que merece un diagnóstico marcado por la evidencia de la crueldad y el sacrificio del Otro. La prepotencia eurocéntrica parece no solo desautorizar otros marcos socioculturales ?cualificados genéricamente como bárbaros?, sino que pretende sacralizar un mundo abocado a la soberbia tecnocientífica en detrimento de otras posibles y necesarias proyecciones humanas.
Cuál es el vínculo entre la Cultura y la barbarie establecida con cuidado y previsión en el siglo XX. Quiénes fueron los aventajados vigías de la hecatombe. Cómo podría desactivarse la función demoledora y alienante de la Cultura... Tales son algunas de las cuestiones que se plantean en este libro.