El viajero tiene también corazón. Tratando de conocer sobre el terreno la pervivencia de la cultura nómada en el desierto del Sáhara Occidental, el autor se encuentra a sí mismo. Parte para encontrar las raíces de la hospitalidad y la generosidad del pueblo saharaui exiliado, y las busca en la vida beduína de la badía, en la región del Tiris, el ombligo del Sáhara, la tierra de los hombres del libro. Convive con los últimos nómadas puros y con otros temporales, y traza un mapa humano, de costumbres ancestrales y de cuentos sobre la magia del desierto. Es ya un modo de vida en extinción, bajo el empuje de la modernidad, de los vehículos a motor y las antenas parabólicas. Pero allí, en la inmensidad torturada por el sol y acunada por las estrellas, encuentra al último deyar auténtico, armado tan solo con una pequeña garrafa de agua, un bastón, un turbante y una darráa. Y su zancada incansable y poderosa: la auténtica medida del desierto.