La figura de Negrín se está intentando reivindicar por un sector «revisionista» de su propio partido, para significar de una manera poco hábil, que entre los socialistas había habido uno que llegó a Presidente del Consejo de Ministros. Puestos a elegir, según Antonio Cruz, se debiera haber elegido a Largo Caballero, un verdadero obrero socialista, que a un Negrín que hizo una política contraria a su partido, contraria a la Revolución proletaria y al final de todo, contraria a la República.
En este libro se huye del «¿Qué hubiera pasado si??» y el autor se atiene a los hechos. Hechos que hoy día no pueden ser refutados con demagógicas palabras, porque se han abierto los archivos ingleses, rusos y americanos y sitúan a Negrín donde la Historia lo puso. Sólo, aislado en un exilio en Londres, alejado de la República, de la representación legal y legítima, negándose a rendir cuentas, y enfrentado a todos. Por último, hasta su testamento, por el que fue calificado por su partido, el PSOE, como Traidor a la República, debido a que rendía cuentas de su gestión sobre el oro al dictador General Franco.