Mi abuelo Pedro está un poco despistado: mete el pollo en la lavadora, confunde toallas con servilletas, guantes con calcetines, ¡y hasta se olvida muchas veces de mi nombre! Para evitar que el mal vaya a mayores ha venido a vivir a nuestra casa. Me alegra que esté con nosotros, aunque ya me he metido en más de un lío por intentar ayudarle. Pero haría lo que fuera para que mi abuelo no olvidase las cosas. Lo que fuera.
Y vosotros, ¿qué haríais por aquellos que queréis? La pérdida de memoria afecta a un gran número de ancianos. El cariño y la comprensión son la mejor manera de sobrellevar esta dolencia. ¿Qué mejor apoyo que la ayuda de un nieto travieso? En Los despistes del abuelo Pedro la enfermedad es enfocada desde el sentido del humor pues, ante los obstáculos, la mejor compañía es siempre una sonrisa.