El paso del tiempo no ha restado un ápice de valor a la Guía espiritual de Molinos, obra extraordinaria, que alcanzó no poca difusión y estima así que apareció y que también supuso la desgracia de su autor. Quizá nos hallamos ante uno de esos episodios oscuros de la historia en que las potencias seculares ejercen notable presión en las cuestiones religiosas. ¿Fue realmente Miguel de Molinos el gran maestro del quietismo místico? ¿Se redujo todo a una estrategia cuyos hilos se hallaban en manos de Luis XIV? Lo cierto es que el nombre de Molinos ha quedado asociado a aquella corriente espiritual que conmovió el mundo religioso de finales del siglo XVII. Con todo, la Guía espiritual no sólo capta la atención del lector por su buen decir, claridad de exposición, y como excelente síntesis de doctrina mística, sino que se nos muestra a modo de brillante medio de desarrollo interior, con atinadas observaciones psicológicas y adecuada orientación, para bucear en las oscuras regiones del inconsciente hasta llegar a la experiencia total de la iluminación interior.