La obra monumental que constituye la Biblia en su conjunto es la expresión de la conciencia religiosa con la que un pueblo ha leído e interpretado su historia, pero también es un amplio muestrario de las formas políticas, sociales, culturales, legislativas, literarias y religiosas propias de los pueblos con los que los israelitas se han relacionado, y de la manera en que esas mismas formas han influido en la historia judía. Esta adaptación de gran parte del Antiguo Testamento es un recorrido por el itinerario seguido por Israel según la tradición bíblica: las promesas divinas, la salida de Egipto, la alianza en el Sinaí, la conquista de la tierra prometida, la instauración de la monarquía, la división del reino, la destrucción de Jerusalén y el exilio, el movimiento Macabeo. Ni la lejanía en el tiempo, ni un hipotético desinterés respecto de la materia narrativa, ni el estilo en ocasiones repetitivo e insistente, que en esta edición se ha procurado evitar, deben distraer al lector de un texto cuya lectura y conocimiento conducen al núcleo de la tradición judeocristiana occidental. Tal es su riqueza: escritura sagrada para los judíos, palabra de Dios para los cristianos, objeto de estudio por parte de historiadores, filólogos y teólogos, y punto de referencia para el trabajo de los arqueólogos. En fin, parece innecesario indicar que un texto capaz de acoger semejante patrimonio cultural merece una lectura atenta.