El escritor Joxemari Iturralde, amigo de Andy Bengoa, transcribe en primera persona el relato autobiográfico de quien, probablemente, sea la más genuina encarnación moderna de una especie humana en extinción: el aventurero libertario y sin causa.
Porque eso es, exactamente, Andy Bengoa, un ser salvajemente libre, valiente hasta la temeridad, de temperamento rocoso y, al mismo tiempo, rebosante de sensibilidad.
La intensidad y, en ocasiones, crudeza de su peripecia vital, que Iturralde traslada con pulso firme y absoluta fidelidad a estas páginas, es de las que hacen dudar de la naturaleza humana del protagonista y narrador. Repleto de situaciones límite, su relato rezuma, quizá por eso mismo, un obstinado amor a la vida y a la libertad.
Iturralde, en su breve prólogo nos describe así a Andy Bengoa: “Es el amigo invisible. Es el holandés errante (en este caso, mejor, el vasco-americano errante). Es el hombre del saco. Es el niño tierno y cariñoso. Es el hombre duro, seco y distante. Es el caminante que no deja rastro. Es la apisonadora que machaca. Es un recuerdo alargado y una presencia aplastante. Es una memoria omnipresente.
”Él sigue con su vida, va y viene, aparece y desaparece. Ahora mismo debe de estar en algún lugar perdido del bosque de la Amazonia, o acaso en Manaos, o quizá en Iquitos, degustando una gran botella de cerveza helada, y pensando ya en su próximo movimiento”.