Si somos suficientemente libres y fuertes podemos ayudar a los otros sin alejarnos de nuestro camino, podemos hacernos prójimos de los demás sin olvidar hacernos prójimos de nosotros mismos, sabremos ir hacia el otro sin olvidar el camino que conduce a nuestra casa. En el mandamiento de amar al prójimo como a nosotros mismos, este «como» se refiere tanto al amor al otro como al amor a sí mismo. Nos hace comprender que el amor a Dios, el amor al otro y el amor a nosotros mismos son un único y gran amor. También amarse a sí mismo deriva del amor a Dios y lo expresa: es digno, por tanto, de atención no solo psicológica, sino también espiritual. El auténtico amor a sí mismo no tiene nada que ver con el egoísmo: implica saber «hacerse prójimo de uno mismo» y presupone una sana aceptación de sí.
Confundir amor a sí mismo y egoísmo tiene efectos negativos no solo sobre el propio bienestar espiritual, sino también sobre cómo amamos a los otros y a ese Otro que es Dios. Se puede decir que el narcisismo puede afectar no solo al amor a sí mismo, sino también al amor al otro y al amor a Dios, quienes demasiado a menudo no son amados por sí mismos, sino como «operadores» al servicio de la propia imagen.
Este libro, escrito a varias manos, quiere ser una invitación a cuidarse y a amarse a sí mismo, algo esencial para estar bien nosotros y para hacer que estén bien aquellos a los que, por varios motivos, queremos ayudar.