En este maravilloso poema Sylvia Plath nos ofrece un
amplísimo catálogo de camas cuyos usos trascienden
lo convencional: camas-submarino, con propulsores o
dispensadores de aperitivos, catres de bolsillo que han
de regarse para que adopten el tamaño apropiado o
que descansan sobre el lomo de, nada menos, un
elefante. Un inventario que emplea la imaginación del
niño para convertir los escenarios más inverosímiles en
juegos oníricos y en divertidos paisajes que recorrer
sobre la espuma de un colchón.
«¿Para qué solo una Camita
acogedora y abrigada
donde pasar la noche
con la luz apagada?»
El encargado de reproducir el divertidísimo mobiliario
de Plath no es otro que el célebre ilustrador inglés
Quentin Blake, que recupera sus trazos de tinta a mano
alzada para recrear el imaginativo mundo que antecede
al sueño. En conjunto, la obra es un delicioso homenaje
a los juegos, al espíritu imaginativo y a la fantasía, un
torrente de genialidad que encandilará tanto a
pequeños como a mayores.