Mientras se lee a Marcial, uno se da cuenta de lo lejos y lo cerca, al mismo tiempo, que la sociedad romana del s. I d. de C. está de la nuestra. Aquello en lo que está más lejos es lo que ha hecho que una parte de la obra de Marcial apenas logre «tocarnos» hoy en día: un buen número de sus poemas nos resultan, si no incomprensibles, sí al menos bastante ajenos.
Pero hay otra gran parte de su obra (la que pretende mostrar al lector contemporáneo esta edición bilingüe) que nos muestra que el ser humano no ha cambiado en absoluto desde entonces: las mismas pasiones, tendencias, pulsiones, vicios, estupideces, miserias; pero también la exaltación de la amistad, el goce del banquete y del vino, el disfrute del momento fugitivo, la rendida admiración ante la belleza, el amor, el sexo... Y Marcial supo mostrarlo con una inteligencia, una picardía, una sutileza y un ingenio tales, que hacen de él un poeta que siempre estará muy vivo y que continúa interpelándonos de manera sabia, directa y, en muchos casos, tan cruda.