El padre Domingo Pérez de Barcia, acosado en su locura por espíritus y seres del averno, comienza a confesar las razones de un delito que cometió. Es así que evoca a la Ciudad de México del 1680, año en que se inicia el poder de los marqueses de la Laguna, como nuevos virreyes. La condesa de Paredes, flamante virreina, en su sed de crear un nuevo Parnaso a imagen de la España del siglo de oro, llama a su corte a Verónica Aceves de Ávila, joven noble, quien, en busca de su libertad y sexualidad, se convierte en proyección especular de la juventud de la virreina. Con lo que entra a un peligroso triángulo amoroso, en donde se verá en conflicto con el poder eclesiástico y de la corona, y como testigo de la relación intelectual y amor platónico de su ama con una de las más importantes escritoras del siglo XVII, Sor Juana Inés de la Cruz. Como un mosaico barroco, la novela es narrada con suspenso y humor, y es compenetrada en la efervescencia poética propia de la época, con lo que nos sumerge, con precisión fotográfica, en esta Ciudad de México, haciéndonos revivir un pasado ya extinto.