«Massimo, dijo, sin asombro la vida no es nada. Sin asombro somos hormigas. Todo lo que nos rodea es motivo de asombro, Massimo, dijo. Una mujer. Su codo. Su muñeca. Un árbol. Sus hojas. Su olor. Un sonido. Un recuerdo».
Asistimos al relato de la particularísima vida de Tancredo Pavone tal y como la recuerda, y la cuenta, el que fue su criado, Massimo, que a lo largo de la entrevista que configura este libro nos sirve de intermediario para conocer al Pavone viajero, al noble sicialiano mujeriego, al opinador excéntrico, y por encima de todo músico y artista. Porque tal como nos recuerda el mismo Pavone a través de Massimo «la persona que nos puede ayudar a asombrarnos es el artista».