Corre el mes de agosto de 1917. Louis, un joven soldado francés convaleciente de sus heridas, recibe la orden de incorporarse a la unidad de censura postal del Ejército. Ha pasado tres años en el infierno de las trincheras, donde ha perdido las ilusiones y algunos dedos. Su labor será leer las cartas que vienen del frente, unas cuatrocientas al día, y censurar aquellas que revelen desmoralización o derrotismo, que critiquen al mando o la vida miserable de las trincheras, que cuenten las masacres y el horror del frente... Todo para mantener alta la moral en retaguardia. Pero la llegada a la unidad de una joven secretaria y la visita de un compañero de armas harán que Louis empiece a leer esas cartas de otra manera y su cambio de actitud tendrá consecuencias.