Arthur Rimbaud vuelve de África, en mayo de 1891. Sin fuerzas, agotado, muy enfermo, es hospitalizado en Marsella. La infección de su pierna está tan avanzada que es necesario amputarla. Regresa a su casa natal, en Charleville, en las frías y desapacibles Ardenas, para pasar una convalecencia que se va a convertir en agonía. Su estricta madre, Vitalie, prácticamente no le dirige la palabra. Isabelle, su joven hermana, es la única que le acoge, le cura y le reconforta. Quien le acompaña cuando, en uno de sus últimos arrebatos y contra toda lógica, decide regresar a África. En cuyos brazos muere en Marsella, el 10 de noviembre de 1891. Nadie sabe qué pudo unir al agitado poeta con una mujer sumisa y conservadora.
Y, sin embargo, fue a quien el poeta maldito eligió para compartir sus últimos días y sus últimas horas.
Philippe Besson reconstruye a través del diario de Isabelle los últimos días frágiles del poeta. A través de estas páginas nos asomamos a la vida de esta mujer en la sombra y a las confidencias que le hace su hermano sobre su vida disoluta, sus amores prohibidos, sus desviaciones, sus excesos de todo tipo, sus creencias, su poesía... Cuestiones que la estremecen y que a veces no logra entender por su educación religiosa y su vida monótona. Turbada entre su amor y sus dudas, su admiración y sus frustraciones, Isabelle se convierte en un personaje martirizado en la lucha entre el poeta y su madre.
Con su característico estilo de frases cortas y una prosa precisa y fluida, Besson aborda en Los días frágiles algunos de sus temas predilectos como son el poder de la escritura, el desasosiego que provoca la ausencia, la soledad, el silencio, las traiciones, los deseos ocultos, los lazos amorosos y familiares, y, sobre todo, las zonas oscuras del ser humano.