Cuando, en 1906, Vladimir Arseniev oficial del ejército del zar y explorador regresó a Moscú de su primera expedición, con mapas de los desconocidos confines de Siberia y fue recibido como un héroe, su primera reacción fue protestar y pedir reconocimiento para el que consideraba artífice real de la proeza: Dersu Uzala, el cazador Dersu; un hombre sencillo capaz de descifrar con prodigiosa intuición los secretos de la taiga; un guía que salvó la vida de Arseniev y de sus hombres en varias ocasiones mientras les descubría los caminos que convertían el bosque profundo en un lugar accesible donde los Ussuri, su pueblo, vivían en armonía con la naturaleza. Como tributo a Dersu, Vladimir Arseniev escribió las memorias de sus viajes que, además de obras maestras sobre la exploración y la etnografía no científica, son, por encima de todo, un hermoso homenaje a la amistad entre dos espíritus puros y un canto a la naturaleza. Un clásico de la literatura de viajes, cuya adaptación al cine por el director Akira Kurosawa mereció el Oscar a la mejor película extranjera en 1975.