Londres, tres de noviembre de 1899. Mary Lookford, una pobre muchacha irlandesa, es encontrada tumbada sobre la cama de su dormitorio. Su aspecto es el de una bella durmiente, salvo por un
detalle: un cuchillo clavado en el pecho, justo en el corazón. La casera de Mary vive en el piso de arriba. A través de los visillos de su ventana, la anciana, viuda y alcohólica, afirma haber visto al asesino, al
cual describe como joven y guapo, aparte de reconocer en su indumentaria a un perfecto caballero. El inspector de policía Desmond Angell es el encargado de llevar a cabo la investigación. Sus humildes orígenes lo han hecho acreedor de un escepticismo notable, así como de un odio mal disimulado hacia la clase alta. Pronto, todas las pruebas señalan con claridad a un culpable: Hugh Herrington, hijo único de lord Arthur Herrington, destacado miembro del Parlamento. El inspector Angell, aun arriesgando su carrera, no dudará en poner al presunto asesino en manos de la justicia. Sin embargo, quizá demasiado tarde, el
inspector se da cuenta de que alguien lo ha manipulado igual que si fuera una simple marioneta. «Como una vil herramienta en manos de un dios inmisericorde», ésa es la sensación que lo embarga cuando la verdad
comienza a materializarse ante sus ojos.
Amistad, honor, traición, amor? Todo es conjugado hábilmente a lo largo de una historia que, como un juego de espejos, conducirá al lector a un insospechado final.