Un muro de silencio –erigido en parte por el propio
confidente de Mr. Holmes, el doctor John H. Watson–
ha rodeado desde su origen el affaire conocido como
El caso del anillo de los filósofos, que se remonta
al año que precedió al estallido de la Primera Gran Guerra.
Finalmente, cuando ya se creía que el misterio permanecería
en la sombra para siempre, el doctor Randall Collins,
eminente erudito norteamericano, sorprende a la opinión
pública con la edición del manuscrito original de Watson,
desenterrado de los archivos tras años de estudio
y celosa investigación, que contiene una fiel relación
de los hechos que constituyen lo que se ha dado en llamar
El caso del anillo de los filósofos.
Los acontecimientos que tuvieron lugar aquel año colocaron
a Holmes en el centro del mundo intelectual
de la época –un mundo que aborrecía especialmente–
y le obligaron a desempeñar un papel que cambió
la historia del pensamiento contemporáneo.
De una u otra forma, los cerebros más destacados
de la intelectualidad europea se vieron envueltos en esta
escabrosa historia: el filósofo y agitador político
Bertrand Russell, el ingeniero de la razón y arquetipo del genio Ludwig Wittgenstein, el economista John Maynard Keynes,
el místico y matemático hindú Ramanujan, y «El hombre más perverso de Inglaterra», Aleister Crowley, entre otros.