Dai Wei está en coma desde hace una década. Dai Wei, estudiante chino de medicina, recibió un balazo en la cabeza cuando se manifestaba en la plaza Tiananmen en junio de 1989. Tan pronto como las autoridades del hospital averiguaron que era un activista contra el régimen comunista, obligaron a su madre a llevárselo a casa. Y allí se encuentra desde entonces, atrapado en su propio cuerpo, pero capaz de entender lo que sucede a su alrededor. Y de recordar; la memoria es lo que le salvará del destierro espiritual. Dai Wei rememora la historia de su padre -un violinista que sufrió las atrocidades cometidas en los campos de trabajo-, retrata a las tres mujeres que amó y recuerda los libros que despertaron su pasión por la literatura. Entre tales fragmentos de su vida se mueve hasta el día en que, a modo de señal propia del mismísimo Hamlet, un gorrión aparece en la ventana de su habitación y se posa en su pecho, anunciando la llegada de un cambio.