Una larga lista de trágicos amores perseguía al vizconde Benedick Francis Alistair Rohan. Frío y cínico, estaba cansado de los caprichosos juegos de la vida y quería una remilgada mujer a la que poder ignorar mientras satisfacía su apetito sexual. Lady Melisande Carstairs era como un tornado que arrasaba la vida de Benedick. Poseedora de una energía sin límites y del alma de una reformista, siempre vencía, ya fuera salvando las almas de prostitutas o seduciendo al hombre del que se había enamorado. Cuando le informó a Benedick de que el Ejército Celestial, el grupo al que pertenecía su hermano, había pasado de practicar un simple desenfreno carnal a ejercer la violencia más sádica, él se vio obligado a investigar encubierto. Sin embargo, ahí también estaría Melisande, jugando a un peligroso juego en nombre de la justicia