Como mamá y papá no tienen hermanos, Fabián no puede tener tías ni tíos. Pero un día, soplando vilanos, conoce a tía Yeska, una señora de rizos rubios, que tiene varios paraguas y una ratonera para atrapar ideas y que, sobre todo, sabe lo que les gusta a los niños. De una cosa podemos estar seguros: Fabián ya no se separará jamás de tía Yeska.