El hogar de los príncipes Priklonski está al borde de la ruina. La princesa madre asiste al desatre, incapaz de controlar a su hijo Yegórushka, un húsar retirado, vago y frívolo que pasa los días borracho, recorriendo prostíbulos y casas de juego donde malgasta el escaso patrimonio familiar. Su hermana Marusia, delicada «como las heroínas de las novelas inglesas», solo aspira a que alguien la ame y le ofrezca una nueva vida. Y ese alguien bien podría ser el doctor Toporkov, antiguo criado de la familia, que ahora goza de una buena posición gracias a su consultorio médico. En Flores tardías Antón Chéjov indaga en la decadencia de la aristocracia rusa y la aparición de una nueva burguesía, sin tomar partido por ninguna de las dos partes. Un reflejo social donde no siempre los mejores son los que logran alcanzar la felicidad.