Los primeros libros editados por Calambur pasaron de las prensas a las manos de los lectores en mayo de 1991, y en diciembre lo hizo nuestra primera edición de Crímenes ejemplares. Veinte años después, ofrecemos esta edición conmemorativa de un título genial, con el que guardamos la impagable deuda de habernos servido de puente con multitud de lectores. Como novedad, figura un amplio epílogo de Fernando Valls, máximo estudioso del microrrelato y lector apasionado de esta obra.
¿Para qué tratar de convercerle? Era un sectario de lo peor, cerrado de mollera como si fuera Dios Padre. Se la abrí de un golpe, a ver si aprende a discutir. El que no sabe, que calle.
___
A mí, mi papá me dijo que no me dejara? Y no me dejé.
___
¡Que se declare en huelga ahora!
No hay tantos crímenes como dicen, aunque sobran razones para cometerlos. Pero el hombre ?como es sabido? es bueno, por ser natural, y no se atreve a tanto. De las reacciones de los mis difuntos nada digo, por ignorancia. Me bastaron ?como autor? las de sus asesinos. Me declaro culpable y no quiero ser perdonado. Esos textos ?dejo constancia? no tienen segundas intenciones: puro sentimiento.
Max Aub
Hay un alarde literario en la economía de texto, sin dejar de utilizar todas las voces que necesita; una virtud de expresión. Y un alarde narrativo al colocar una narración, un relato, en poquísimas líneas.
Eduardo Haro Tecglen