Tranquilos en tiempo de guerra trata esencialmente del amor y la soledad contemporáneos. En este nuevo volumen de relatos, Cristian Crusat prescinde de la voluntad desdramatizadora que envolvía sus primeras ficciones para presentarnos a un nuevo enamorado que, rehusando la ironía, procura concentrar sus sentidos en la relativa verdad de su amor. De ahí que el registro irónico se encuentre excluido de estas historias, pues haría saltar por los aires la seguridad de que las palabras significan lo que dicen y, en definitiva, de que el amor experimentado por sus personajes ?ése en que cada detalle adquiere la intensidad de un pequeño prodigio? exista realmente.
Los protagonistas de estos cuentos se definen por la distancia. Distancia hacia sí mismos, expresada como una dificultad casi insuperable para hacer frente a sus sentimientos. Distancia respecto a sus vidas: no es casual que algunos de ellos sean adolescentes o jóvenes, frágiles individuos en proceso de formación. Ni que sus historias tiendan a presentarse más en el territorio del presente que en el de la memoria (la excepción la constituye, sin duda, «Charly, el amigo de mi hermana», ejercicio proustiano sobre un adicto en proceso de rehabilitación). Y, ante todo, distancia hacia los demás: El miedo a nuestros semejantes es la razón principal para elegir la compañía de cualquier animal doméstico, leemos en «All things must pass». Todos los habitantes de Tranquilos en tiempo de guerra parecen querer desprenderse de su soledad, depositando su corazón en el objeto mismo de su amor. Y eso, tanto en nuestro mundo como en la estilizada visión que de éste nos ofrece el autor, resulta en ocasiones imposible.