El llanto en directo, la burla, el menosprecio, el chisme, el insulto, la pornografía, la violencia... Al verlo todo, el público anestesiado solo reacciona ante dosis cada vez mayores y más frecuentes de todas las manifestaciones humanas en estado puro y extremo: violencia, desesperación, goce... Frente a este lenguaje atroz-directo, existe un lenguaje indirecto en la comunicación audiovisual que se escapa de la mirada directa y que es el único, en cierto modo, capaz de conmover, de hacer sentir, de emocionar.
Daniela Musicco no solo explora el caudal del cine clásico (que descubrió y cultivó abundantemente esta expresividad de la ausencia), sino que desborda ese territorio estético tradicional para adentrarse en el campo del vídeo y del cine experimental, en el de la televisión, el de la pintura y el de otros medios expresivos como la radio o el teatro. En todos ellos halla las pautas o los cánones que subyacen a las diferentes retóricas del vacío, de la invisibilidad, de lo implícito o del silencio, que a veces pueden resultar mucho más elocuentes para el espectador que lo lleno, lo visible, lo explícito o lo ruidoso.