El especial apoyo prestado a las letras y a la erudición a partir de los Reyes Católicos fue consecuencia lógica de la renovación y el florecimiento intelectual de una España que alcanzaría su mayor auge durante los siglos XVI y XVII. Antonio de Nebrija con su gramática, terminada definitivamente en agosto de 1492, consciente de la profunda transformación social que se había instaurado en el ambiente, quiso contribuir con aquella patriótica renovación cultural a la que había
dado forma, la cual, reconocida como idea de progreso, había de elevar a España a la altura de otras naciones, especialmente la italiana. Con su empresa lingüística, Nebrija se proponía una meta que iba mucho más allá de un abstracto concepto imperialista. Perseguía, ante todo, la concreción de un progreso nacional proyectado hacia el futuro. El castellano comenzó así a rastrear en su propio
ser y en propia contextura la norma de su desarrollo y perfeccionamiento. Esta edición constituye una rica muestra de las apologías de la lengua castellana y de las ideas lingüísticas presentes en las obras más significativas publicadas en la época.