«Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría
todo de algodón». Platero es un burrito, pero además es la encarnación
del compañero inseparable, el amigo ideal. Él nos acompaña en
este viaje a través de los recuerdos del autor llenos de sensaciones,
colores, e imágenes. J. R. Jiménez nos cuenta historias de su pueblo
natal a través del amor a Platero, su burro, y ese amor trasciende a
todo lo que ve, la naturaleza, el camino, los aromas, los chiquillos y
sus juegos y su inocencia, la gente sencilla en su día a día, la vida;
y con su lenguaje sencillo y al mismo tiempo poético, lleno de metáforas,
nos hacen sentir esas vivencias como propias.