Alquimia y poesía, pues, aquí sobre la mesa. Uno de los lugares donde ambos campos se entrelazan es en los mitos, y los mitos hablan de una dimensión de verdad subjetiva de la humanidad. Ellos expresan las invariantes del espíritu del hombre, los senderos recorridos y por recorrer, los viajes que el alma debe emprender, los caminos que debe transitar y los trabajos que debe realizar. Los mitos son los sueños de la humanidad que dan cuenta de los atrapamientos del alma en su búsqueda de perfección; son los relatos de instauración de los apegos arquetípicos en el espíritu del hombre. Como tales nos enseñan puentes para pasar del no ser al ser, para responder a las preguntas existenciales de ¿Quién soy? ¿Cuál es mi tarea? ¿Por dónde tengo que caminar? ¿Qué tengo que aprender? Es en este marco donde creo que debe leerse el presente libro. Él nos brinda la mirada mítica de cada flor, es decir, pone en evidencia los patrones arquetípicos que albergan en su seno y nos brinda una herramienta de comprensión hasta ahora ausente. Pero su valor no reside en llenar una ausencia (ya de por sí meritorio) sino en hacerlo de una manera en donde alquimia y poética se plasman en la tarea terapéutica.