Después de siglos de olvido, España redescubrió alrededor de 1850 la diáspora sefardí y su vínculo histórico con los descendientes de los exiliados de 1492. El reencuentro estuvo marcado por numerosas ambigüedades: nostalgia por una cultura preservada fuera de las fronteras y ambiciones neocoloniales en el Mediterráneo; afirmaciones de solidaridad con los Españoles sin patria, pero limitaciones a la repatriación en la Península en las horas sombrías de los pogromos (las persecuciones) y la shoah (el holocausto). La «cuestión judía» tuvo también sus dimensiones interiores: debates en las Cortes en torno a la libertad religiosa, antijudaísmo popular, antisemitismo de ciertos sectores religiosos o políticos y al mismo tiempo exaltación del legado de Sefarad. En el contexto actual de la normalización de las relaciones hispano-judías, esta obra pretende restituir el largo proceso contemporáneo de un acercamiento mutuo.