Son las seis de la mañana del 20 de julio de 1944. Un grupo de oficiales penetra en el campo de aviación de Rangsdorf, al sur de Berlín. Entre ellos, el coronel de Estado Mayor Von Stauffenberg, un hombre gravemente mutilado: el 7 de abril de 1943, en África el Norte, perdió el ojo izquierdo y el brazo derecho; su cara, de notable belleza, se ve surcada por profundas cicatrices.
El Führer lo ha convocado especialmente en su cuartel general de Rastenburg, en Prusia Oriental, para que exponga la situación exacta de las fuerzas que el ejército de reserva puede lanzar de inmediato sobre el frente del Este. El coronel Stauffenberg ha guardado su «expediente» en la cartera de cuero amarillo que lleva en la mano izquierda, pero otro objeto llena abultadamente la cartera, un paquete envuelto en una sábana, la carga explosiva que el coronel conde Claus Schenk von Stauffenberg dejará después en el despacho de Hitler.