No hay en el mundo un libro tan altamente apreciado por parte de los que lo conocen como el Bhagavad Gîtâ (El Canto del Señor), el cual contiene la doctrina de la perfección humana en la existencia divina. Cuanto más a menudo lo leemos, tanto más nos sentimos elevados a las regiones de la Luz y de la Verdad; cuanto más penetramos en el espíritu de esta ciencia, tanto más nos aproximamos al conocimiento del principio divino de toda existencia, hasta una profundidad que permanece impenetrable para la filosofía natural, la que es sólo superficial y no se ocupa más que de fenómenos. Arjuna (el hombre) se halla en el campo de batalla (el campo de acción) entre los dos ejércitos enemigos, compuestos el uno de los poderes superiores del alma (los Pandavas), y el otro de los poderes inferiores (los Kurus). Allí está el hijo de Kunti (del alma) enfrente de sus parientes, hijos de Dhritarâshtra (la existencia terrestre) y se encuentra amenazado por el egoísmo, la obstinación, la presunción, la ilusión de sí mismo y sus pasiones, el deseo, la emoción, el odio, la ira, etc.; pero también de su lado hay valientes guerreros. Primero, está Él mismo, la voluntad para el bien, la resignación (Indhistira), el amor a la verdad, la conciencia superior (la confianza en Dios), el poder de la convicción (la fe), la sublimidad, el sentimiento del deber, la perseverancia, la sinceridad, el sentimiento de la justicia, el imperio de sí mismo, etc. Arjuna reconoce que los enemigos con quienes tiene que luchar, aunque no son su propio Yo, son, sin embargo, sus más próximos parientes, sus amigos y sus preceptores (pues también las pasiones enseñan al hombre), y por tanto, son como parte de su Yo. Entonces le falta el valor para pelear, y deja caer su arco (la voluntad). Al mismo tiempo aparece Krishna, el hombre divino (Cristo) qe mora en el hombre, y da instrucción a Arjuna acerca de la verdadera naturaleza de éste y de su situación respecto de Dios. Le explica cómo aquello que el hombre personal tiene por su "yo", no es más que una ilusión; cómo todas las condiciones, pasiones y emociones que resultan de esta ilusión, no son sino fenómenos pasajeros; cómo por medio de ellas el hombre alcanza la redención; cómo las domina y se une con Dios, el Yo inmortal de todos los seres. El Bhagavad Gîtâ enseña, por consiguiente, la más sublime de todas las ciencias, la Unión del hombre con Dios (Yoga) y el camino de la inmortalidad.